Para nuestros pequeños todo es nuevo y poco a poco se adaptan a su entorno. Sin embargo, pueden llegar a ser intolerantes a ciertos cambios, entre ellos, el cambio de horario.

Explicarle a un pequeño un cambio de horario puede ser bastante complicado: ellos asocian los momentos del día con la luz y la oscuridad, y no con las horas del reloj. El cambio de horario, por tanto, puede provocar una alteración en el ritmo de sus actividades cotidianas. Por ejemplo, si tienes que levantarlos temprano, pueden sentir que les ha faltado descanso.

No sólo en los horarios de siesta, también el cambio se refleja en los horarios de comida. Un pequeño podría no tener hambre a la hora en que deseas alimentarlo, especialmente si se trata del desayuno o de la cena. El cambio de horario, por tanto, puede provocar una alteración en el ritmo de sus actividades cotidianas.

Según estudios, los cambios de horario pueden provocar sensaciones de cansancio, cambios de humor, somnolencia y falta de concentración. Por otro lado, hay niños que pueden presentarse más inquietos, es decir, les costará más tiempo de los normal irse a dormir.

Hay pequeños que pueden adaptarse más fácilmente a estos cambios, pero algunos pueden tardar días y hasta semanas en volver a tomar ritmo en sus horarios de sueño y actividades. Tanto ellos como tú necesitarán tener un poco de paciencia. Conforme vayan creciendo, este cambio será más fácil de sobrellevar.